En los últimos años se ha producido una demanda creciente de que los centros educativos rindan cuentas de su actividad a causa de la crisis económica, la mala gestión de fondos públicos y la falta de confianza de los ciudadanos en instituciones públicas y privadas. La transparencia escolar es vista como apertura, compromiso con el servicio público y resultados en relación al dinero invertido. Los centros educativos son organizaciones hasta cierto punto burocráticas, no propensas a la transparencia, por lo que es preciso definir e implementar proyectos específicos a largo plazo, que a su vez sean útiles al profesorado, alumnado, directores y padres y madres en sus actividades diarias. Esto plantea la cuestión de la liquidez de la información y la necesidad de superar las barreras a sus flujos, como condiciones previas a la transparencia. El tipo de información necesaria para procesos de transparencia es esencialmente el mismo que se necesita para la actividad con los estudiantes y las familias, la gestión del centro y el trabajo en equipo.

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