Cuerpos desgarrados, vidas precarias : violencia, ritualización, performance

By: Dìaz Cruz, Rodrigo | Material type: ArticleArticlePublication details: México Description: 71-83Subject(s): RITUALIZACION | VIOLENCIA | FRAGMENTACION DEL CUERPO | TRAFICO DE ORGANOS | DESFIGURACIONOnline resources: Click here to access online Abstract: Este trabajo explora la ritualización de la violencia contemporánea: esas acciones que focalizan estratégicamente la disolución de la unidad simbólica del cuerpo, el espectáculo de su desfiguración –como la llama Adriana Cavarero–, sea a través de las vendettas entre los narcos, la pornografía, el tráfico transnacional de órganos. Tales formas de violencia constituyen actos performativos: crean hechos y realidades sociales, producen al enemigo, erigen una ficticia invencibilidad del poder. Y cuando desplazamos la atención, no hacia el guerrero que blande la espada, sino hacia las víctimas, cambiamos las formas de pensar la vida, la comunidad política, el cuerpo, la violencia, el dolor y esas nociones límite que son el nacimiento y la muerte. Quien nombra al sufrimiento, quien apela a los lenguajes del dolor, no está señalando un estado interno del sujeto, como si se tratara de un enunciado referencial, antes bien está reclamando reconocimiento del otro. El dolor del otro no pregunta por la morada del lenguaje, sino por la casa del cuerpo; el dolor del otro no es aquel que hallamos, sino el que nos encuentra y demanda reconocimiento en nuestra vulnerabilidad compartida
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Este trabajo explora la ritualización de la violencia contemporánea: esas acciones que focalizan estratégicamente la disolución de la unidad simbólica del cuerpo, el espectáculo de su desfiguración –como la llama Adriana Cavarero–, sea a través de las vendettas entre los narcos, la pornografía, el tráfico transnacional de órganos. Tales formas de violencia constituyen actos performativos: crean hechos y realidades sociales, producen al enemigo, erigen una ficticia invencibilidad del poder. Y cuando desplazamos la atención, no hacia el guerrero que blande la espada, sino hacia las víctimas, cambiamos las formas de pensar la vida, la comunidad política, el cuerpo, la violencia, el dolor y esas nociones límite que son el nacimiento y la muerte. Quien nombra al sufrimiento, quien apela a los lenguajes del dolor, no está señalando un estado interno del sujeto, como si se tratara de un enunciado referencial, antes bien está reclamando reconocimiento del otro. El dolor del otro no pregunta por la morada del lenguaje, sino por la casa del cuerpo; el dolor del otro no es aquel que hallamos, sino el que nos encuentra y demanda reconocimiento en nuestra vulnerabilidad compartida

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