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A lo largo de nuestra historia reciente, la educación de la mayoría de las mujeres españolas, por una serie de circunstancias culturales, políticas y de tradición, estuvo en manos de la Iglesia católica. Como consecuencia, el modelo de mujer cristiana que permaneció en la cultura española hasta la segunda mitad del siglo XX, fue creado, transmitido y potenciado en gran medida por los colegios religiosos. La Iglesia católica tenía como modelo femenino a un tipo de mujer que se inspiraba en la figura tradicionalmente trasladada de la Virgen María, según el cual ésta debía ser honesta, laboriosa y piadosa. Su estatus familiar se consideraba determinante y hasta cierto punto inmovilizador y su papel social e individual se definía no en términos personales sino en relación al hombre. Esta fue probablemente una de las causas por las que las corrientes innovadoras procedentes del resto de Europa tardaran tanto en enraizar en nuestro país. A pesar de ello, cuando los nuevos tiempos obligaron a profundizar en la educación de las mujeres, debido a las exigencias sociales derivadas de las corrientes traídas por la modernidad, estos centros de enseñanza también fueron capaces de evolucionar y de adaptarse, siempre fieles a su ideario, a las nuevas circunstancias. Su influencia e interés radica fundamentalmente en el hecho de que educaron a numerosas generaciones de mujeres, creando un prototipo que arraigó y permaneció sólidamente en la sociedad y que fue transmitido a través de generaciones, condicionando e influyendo en el pensamiento imperante...